10 de diciembre de 2012

Balaustres blandos

La plaza de la catedral de Girona.

Plaza-fachada que conforma el basamento del templo, un basamento tan alto como la catedral.

Plaza-escalera que salva el desnivel entre la calle y la entrada al templo


En la escalera, su barandilla. Una barandilla formada por dos líneas paralelas. Un pasamano y un roda-pié simétricos.

Elementos separados por balaustres de piedra torneada como si de madera se tratase. La piedra, a través de su tratamiento pierde la dureza que les es propia y se transforma en madera.


Madera que al soportar el peso del pasamano inclinado se deforma, se ablanda. El balaustre se endurece en el preciso momento en que se le aplica dicho peso.

La forma captura el tiempo, lo detiene antes de derrumbarse.
Inestabilidad aparente que se yuxtapone a la solidez y rotundidad del conjunto.


La piedra, a través de la técnica de trabajo se convierte en madera, más aún, se desmaterializa en una masa amorfa, arcilla, material que usó el creador para hacer nacer a la humanidad.

Una transfiguración de la materia usada a menudo en busca de efectos puramente estéticos. En este caso se convierte en un recurso ingenioso que resuelve con sencillez uno de los problemas geométricos de las escaleras, sin dejar de lado la composición del conjunto.


...y después comemos.

francesc martínez